El bastón maldito: Pax 1 (Spanish Edition) by Åsa Larsson & Ingela Korsell & Henrik Jonsson

El bastón maldito: Pax 1 (Spanish Edition) by Åsa Larsson & Ingela Korsell & Henrik Jonsson

autor:Åsa Larsson & Ingela Korsell & Henrik Jonsson
La lengua: spa
Format: mobi
editor: Grupo Planeta
publicado: 2015-02-10T03:00:00+00:00


CAPÍTULO 11

Mientras todo el mundo duerme

—Mmmm... ¡Yo no he sido! —murmura Viggo en sueños—. ¡Yo no he hecho nada!

—¡Viggo, despierta! —exclama Alrik sacudiendo a su hermano—. Es la hora.

Viggo abre los ojos y se seca la babilla de la boca con el dorso de la mano. Alrik ya está vestido, sentado en el borde de la cama. El teléfono móvil de la mesita de noche marca las cuatro y dos minutos. Es noche cerrada.

Unos minutos después, ambos se hallan descendiendo por la escalera de incendios sujeta a la fachada bajo la ventana de su dormitorio, en la planta de arriba. Magnar y Estrid los esperan abajo, junto a una farola iluminada que les confiere un aspecto fantasmal. La luna brilla redonda y pálida en el cielo nocturno. Los perros ladran y aúllan, y sus alaridos se propagan a ráfagas por encima de las casas del pueblo.

—Escuchad —les dice Magnar a los chicos—. Es como si los perros se hubieran vuelto locos. ¿Qué les pasa?

—Sí, sí —añade de forma impaciente Estrid dándoles a cada uno de los chicos una linterna—. Tenemos que darnos prisa. Tengo el presentimiento de que el bastón maldito está cerca de aquí. Casi puedo olerlo.

—Mucha gente cierra la verja del jardín por la noche, de modo que tendremos que empezar por las que no estén cerradas —señala Magnar—. Luego...

—Conozco un medio mejor —lo interrumpe Viggo—. ¡Sígueme, Alrik!

Y, entonces, rápido como una lagartija, Viggo se sube a lo alto de la valla de madera que hay detrás de él. Alrik consigue subirse también, aunque con algo más de esfuerzo.

—Mirad —continúa Viggo, impaciente—. Alrik y yo subiremos a las vallas que hay entre las casas. De ese modo podremos ir echando una ojeada en varios jardines a la vez y ahorraremos un montón de tiempo. Si vemos algo parecido a un palo clavado en algún sitio, saltamos abajo y abrimos la verja desde dentro. Luego, vosotros, tíos, podéis entrar y comprobar si realmente es el bastón bendito ese. ¿Vale?

—¡Bastón maldito, burro! —le chista Alrik aferrándose a una cañería para mantener el equilibrio.

—Me parece bastante peligroso —dice Magnar.

—¡Sólo si te caes! —exclama Viggo con una sonrisa socarrona antes de escabullirse a toda velocidad entre las sombras.

Magnar y Estrid se bajan de la acera y se disponen a esperar a que los dejen entrar en alguno de los jardines. Los chicos corren deprisa por encima de los tablones de madera de las vallas. Viggo es el más rápido. Alrik tiene que ir mirando dónde pone el pie.

Viggo va comprobando los jardines en ambas direcciones, y no pasa mucho tiempo antes de que repare en algo y silbe para llamar la atención de su hermano. Alrik mueve la linterna en la dirección en la que Viggo señala. Allí, en medio del césped de un patio interior, se yergue una vara, con el extremo de arriba abultado y cubierto por un saco de tela marrón. Alrik nota cómo se le hace un nudo en el estómago. ¿Debajo estará la cabeza cortada de un



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